Mamà de Fiorella, sos la mejor seño del mundo.
Como soy traductora e intérprete en lengua de señas, me ofrecí en la escuela donde concurrían mis hijos, para preparar a un grupo de alumnos para que “canten las manos” en el acto de finalización de
Me asignaron dos grupos: 4to año y 6to año de
Al entrar al salón de 6to año al que asistía mi hija, saludé a los chicos y la maestra a cargo les explicó, a gritos, quien era yo y que venía a hacer.
Cuando terminó la presentación, dio un paso adelante y señalando con el dedo índice a uno de los alumnos, dijo:
_¡Ojo con ese! Porque así como lo ves, es un salvaje-decìa mientras alzaba repetidamente las cejas y sacudía la cabeza de un lado al otro- ¡Es terrible este pibe! No se queda quieto nunca y no presta atención. No sè como te las vas a arreglar con él -finalizó, alzándose de hombros-.
Yo miraba a la maestra atentamente para no perder detalle de sus movimientos de manos y de la expresión de su histérica cara. Cuando desvié la mirada para ver de quien se trataba, vi una bellísima carita llena de pecas de un rubio que se avergonzaba ante la mirada acusadora de la maestra y de la mirada curiosa de sus compañeros.
Recuerdo que me sentí tan dolida imaginando lo que sentía ese nene que tanto me hacía recordar a mi segundo hijo, con las mismas características físicas y de comportamiento, y con una maestra tan poco comprensiva como la que a èl le había tocado padecer.
Creo haber podido leer en su mirada un deseo de que la tierra se lo tragase en ese mismo momento. Me acerqué y tomándole la mano, que él intentó esconder, le dije:
_¿Es verdad lo que dice la seño? A ver….mirame. –alzó su hombro derecho y dejó rodar su mentón desde el centro de su pecho hacia su hombro, sin levantar la vista- Mmmmm…No. Es mentiras o… exageración -dije- no creo que un chico tan lindo y callado sea así ¿verdad?.
Sonrió y me miró. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Pregunté:
_¿Como te llamas?
Y sus compañeros al unísono gritaron:
_¡Jonatan!
_¡Ah! Sos famoso, todos te cocnocen. ¿a que sos Jony?, de quien tan bien me habla mi hija que me cuenta lo bueno que sos.
La maestra muda y con cara de sorpresa, y creo que hasta algo avergonzada, se diò la vuelta y se fuè.
Recuerdo que Jonatan se veìa con un aire de: “Vieron, aquì hay alguien que sabe quien soy y me valora”.
¡Como no voy a valorarlo! Lo vì tan indefenso . Me partiò el corazón al recordar que mi hija me habìa contado, llorando, su triste historia.
Cuando Jony tenìa dieciocho meses una enfermedad terminal se llevò a su mamà. Imaginen lo que debe ser para un nene no tener a su mamà. Pero bueno, tenìa a su papà hasta que cuando Jonatan tenìa cuatro años, un accidente automovilìstico terminò con la vida de su padre y de su abuelo paterno.
¡Nadie que no haya pasado por una situación similar puede imaginar el dolor que debìa haber en el pecho de Jony! Sumado a que, al no tener hermanos, quedò viviendo solo con su abuela, una señora de mas de sesenta años, delgada, canosa, con la expresión que tienen las personas que no duermen en toda la noche y que fuman todo el día, tanto que se podía ver en sus dedos el color de la nicotina. La abuela de Jonatan era el único familiar que tenía, porque cuando falleció su mamà sus familiares ya no lo visitaron mas. Jony tenía que soportar los gritos e insultos gratuitos de su amargada abuela y sus quejas continuas, las mismas quejas que hacen las personas que están enojadas con la vida.
Comencé a dictar la letra de la canción “Mas allà” de Gloria Stefan, una bonita canción de Navidad, con un mensaje de amor y comprensión. Jonatan se distraía continuamente y se perdìa en el dictado, entonces su compañera de banco que lo protegía como si fuera su hermana mayor, le hacìa un gesto con la lapicera para llamar su atención, y èl comenzaba a escribir con rapidez.
Cuando comenzamos con las señas, Jonatan se hacía el distraído, porque parece que le daba vergüenza, entonces yo, sin interrumpir la clase, me ponía a su lado le tomaba las manos y le indicaba la posición correcta. Pasaba largos minutos observándome sin siquiera hacer un ademán, pero en cuanto entraba la maestra comenzaba a hacer las señas tan bien como sus compañeros.
A la salida del colegio la maestra, luego de ver el comportamiento de Jony en mis clases, me preguntó entre curiosa y burlona:
_¿Como haces con Jonatan? ¿Lo atas a la silla?
Rápidamente mi sonrisa amable desapareció y también mi diplomacia. Se me engrosó la voz, típico en mí cuando me enojo y le dije, con el seño fruncido:
_Sos un animal.
Con cara de sorpresa me dijo:
_¿Como? ¿Qué decìs?
_Que sos un animal –reiteré y seguí a continuación.- ¿No conocès la historia de Jonatan? ¿Qué hacès con el tìtulo de maestra? ¿Ni siquiera leìste un libro o un capìtulo de psicologìa? ¡Por favor! ¡Cómo me hubiera gustado verte a vos en ese lugar cuando lo señalaste con el dedo acusándolo de inquieto y distraido! No puedo creer que mi hija haya estado nueve meses soportando a una persona tan desubicada como vos.
Por un momento me arrepentì de haber sido tan dura con la crìtica, pero estaba tan convencida de estar en lo cierto, que eso hizo que me mantenga firme en mi postura.
Pude ver en su rostro vergüenza con mezcla de arrepentimiento. Entonces me dijo:
_Lo que pasa es que estoy cansada, todos los dìas lo mismo….
Me diò pena ver la frustración que reflejaba su rostro. Dije entonces:
_Si usas la comprensión vas a ver como todo cambia, hasta el mas rebelde se vuelve manso.
Creo que eso moviò sus neuronas, porque a partir de allì, cada vez que nos veìamos me saludaba con respeto. Incluso mi hija me contaba que ellos habìan notado un cambio.
Llegò el ùltimo dìa de ensayos, debìamos practicar en el salòn de actos del colegio, sobre el escenario. Jony no querìa participar, no le dì importancia. Le pedì que me ayude con la mùsica, eso lo hacìa feliz, se sentìa ùtil.
La mùsica llamaba la atención de las maestras que andaban “por ahì” y se asomaban para espiarnos. De repente llegò la señorita de 4to año y le empezó a gritar a Jonatan porque èl no estaba en las tablas con sus compañeros, lo tomò del brazo y quiso obligarlo a subir al escenario. Me acerqué y amablemente y tono inocente le pregunto:
-¿Es obligación que actúe? ¿Les bajan la nota en alguna materia?
Me respondió que no.
_Entonces ¿por que obligarlo? –dije visiblemente enojada- ¿Por què nos aprovechamos de los niños para que hagan lo que nosotros queremos cuando en realidad no es necesario?.
Me dijo que ella creía que Jona me estaba faltando el respeto al no participar. Le agradecí la intervención por eso, pero que no era necesario porque Jonatan y yo nos llevábamos muy bien. Se retirò sin cuestionar nada.
Volvimos al salón. Jonatan se acercò a mì y ya con mas confianza en el trato, me pidió el cuaderno donde tenía escrita la letra de la canción, y me dijo:
_¿Te puedo escribir algo aquí?
Haciéndome la distraída para evitar que se cohibiera, le dije que sì a la vez que le acercaba el cuaderno. Luego de unos minutos me lo entregò miràndome a los ojos y atento a mi reacciòn. En èl estaba escrito lo siguiente:
“Mamà de Fiorella, sos la mejor seño del mundo. Con cariño Jonatan”
No pude ni quise disimular mi emociòn y con una sonrisa amplia, mezclada con làgrimas lo abracè muy fuerte y le dì las gracias. Le costò devolverme el abrazo. Se soltò y corriò hasta su banco, tomò la letra de la canciòn que habìa copiado a medias, y dijo:
_Ahora te toca a vos. Escribime algo.
Recuerdo que la dedicatoria fuè larga, llena de consejos y deseos. Se la entreguè en medio de la mirada atenta de sus compañeros. La leyò, me mirò con los ojos brillantes de humedad y dijo:
_La voy a guardar para siempre.
Manos como soles se alzaban ante mì pidiendo una dedicatoria en sus cuadernos.
Nunca me sentì tan feliz. La energìa de esos chicos llenos de amor, de ganas de compartir, de optimismo en abundancia me hicieron sentir que nunca son suficientes las palabras de afecto. Que debemos hablar con las personas para saber como son y por què actúan de tal o cual manera, dejando atrás las opiniones de otros.
Ojalà Jonatan Loss que en los años `90 vivìa en Mar del Plata, lea esto porque lo he escrito por y para èl, con el mismo cariño que èl me didicò aquel texto:
“Mamà de Fiorella, sos la mejor seño del mundo. Con cariño Jonatan”
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