Relatos


Ojos de miel  

Pasaba por la vereda de su casa, cuando la vì allì, de piè junto al àrbol que me inspirò tenderle la mano y tomarla entre mis brazos. Sus ojitos claros como la miel, me miraban embelezados, y sin más, arremetí decidido a pedirle un beso. Me frenó un grito que venía desde su casa:
-¡Clarita! Venì adentro enseguida.
Su madre no me querìa, y yo tampoco a ella. Es que èramos muy distintos; nuestras familia eran distintas. La mìa era heavy metal y la suya era muy religiosa, metòdica e hipòcrita. Todo el barrio sabìa de la doble vida del padre de Clarita, pero eso no viene al caso.
Desde que la conocì, no puedo dejar de pensarla mìa, de soñar con su boca, sus manos, su mirada tan profunda y dulce a la vez. Su voz es suave, parece tìmida, pero es resuelta para todo,  con una personalidad  angelical, y con la sabidurìa de un adulto.
Estirè mi mano, y ella me respondiò de la misma manera. Sin tocarnos, quedamos miràndonos tan embobados que nunca sabrè cuanto tiempo transcurriò. Nos sacò de la ensoñaciòn otro grito.
-¡Clara! ¿Qué hacès ahì? Te dije que vengas.
Bajò la mirada y girò un poco su cuerpo como para ir a su casa, pero enseguida volvió a clavarme los ojos, estirò los dos brazos y corriò a abrazarme. Mi pelo ondulado, largo y negro se enredaba con los suyos, lacios y rojizos. Mi espalda ancha y mis brazos robustos la hacìan sentirse protegida.
-Quiero estar con vos –me susurrò tìmidamente abrazada a mi cintura.
-Yo tambièn –le respondì un poco confundido.
Nunca pensè que las cosas se iban a dar asì. Y a pesar de mi desconcierto, la tomè de la mano y corrimos hasta la plaza. Allì nos dimos el primer beso ¡ahhhh! Fuè tan hermoso, su boca se abrió dejándose penetrar dulcemente, parecìa que ya la habìa besado antes, quizas es porque lo imaginè tantas veces que sentìa que ya conocìa cada detalle de su boca que recorrì suavemente en un largo contacto.
Mis pulsaciones iban a mil. Sentìa todos y cada uno de los latidos en mi pecho, nunca me habìa pasado algo asì, Clarita era, indudablemente, a quièn yo estaba esperando. Desde ese momento nunca màs sentì el vacìo y la nostalgia de haber perdido algo o a alguien, que me sumergìa en una angustia que nunca pude explicar.
No tenemos mucha diferencia de edad, pero yo, a pesar de venir de una familia moderna, con gusto por la mùsica rock, el folclore y los viajes, somos muy unidos, hay mucha comunicación y comprensión. Sin embargo ella, a pesar tambièn, de venir de una familia tan religiosa y metòdica, son desunidos y poco comunicativos, y creo que eso es lo que cautivò a Clarita. Conmigo siempre pudo hablar con toda libertad y a mì me encanta escucharla, es tan dulce al expresarse y tan observadora que siempre me sorprenden sus conjeturas.
Nos costò mucho que su familia me acepte. En un principio trataron de separarnos a como dè lugar, pero nuestro Amor es tan fuerte, que pudo contra todas las barreras. Cada maltrato, falta de respeto, agresión verbal o fìsica (porque de eso tambièn tuvimos), nos unia màs y màs, hasta que por fìn pudimos casarnos, como querìa Clara, por civil y por iglesia, pero mi pelo siguió largo, es que es una buena caràcterìstica de un buen folclorista y rockero.
Ya nos mudamos a nuestro propia casa, todo parece mucho mas fácil entre dos y, con casi nueve lunas, nuestro primer hijo viene a sellar el gran Amor que nos sentimos y que muchas veces nos prometimos alimentar cada dìa para fortalecerlo màs y màs. Amo a Clara como el primer dìa, con toda la pasiòn de aquel  primer beso, sostenido en el respeto y la comprensión, viendo en su mirada a esa chica simple, cariñosa y angelical que me cautivó con una sonrisa.




 Un hombre con dos caras

En el cuarto, y a oscuras, solo pensaba en él, en su cuerpo y en la manera en que Tomás la miraba.
De repente, un ruido captó toda su atención. La puerta se abría para dejar entrar un rayo de luz que venía desde el patio interno de la casa y, delante de esa luz estaba èl, de pié junto al marco de la gigante puerta de roble. 
_¡Demasiado tarde! _Se dijo a sí misma en voz alta.
Pero Tomás le respondió como si ella se hubiera dirigido a él.
_¿Tarde? ¿Por qué?
Analía se puso a llorar tapando su cara con las manos. Nunca le gustó llorar frente a otra persona, pero esta vez no pudo contenerse. Tomás habló suavemente, como lo hacía siempre.
_Vengo a despedirme. Quiero que sigamos siendo buenos amigos, sé que parece imposibole ahora, pero no quiero verte por la calle o en casa de algún amigo y  sentirme incómodo o que vos te sientas mal. Me gustaría saber de vos por vos misma, no tener que estar preguntándole a los demás que es de tu vida y que estás haciendo ¿si?
Analía no podía mirarlo, solo acentía con la cabeza. Con las manos cubriendo su cara, corrió hasta él y lo abrazó por la cintura. ¡Era tan débil!
Su novio terminaba con ella y no podía hacer nada por recuperarlo, otra mujer había conquistado a Tomás.
Se despidieron como buenos amigos, sin rencores aparentes. Pero al salir de la habitación, Tomás ya comenzaba a planear la reconquista.







Mamà de Fiorella, sos la mejor seño del mundo.

Como soy traductora e intérprete en lengua de señas, me ofrecí en la escuela donde concurrían mis hijos, para preparar a un grupo de alumnos para que “canten las manos” en el acto de finalización de la Feria de Ciencias y Comunicación, que realiza la escuela todos los fines de año.
Me asignaron dos grupos: 4to año y 6to año de la EGB.
Al entrar al salón de 6to año al que asistía mi hija, saludé a los chicos y la maestra a cargo les explicó, a gritos, quien era yo y que venía a hacer.
Cuando terminó la presentación, dio un paso adelante y señalando con el dedo índice a uno de los alumnos, dijo:
_¡Ojo con ese! Porque así como lo ves, es un salvaje-decìa mientras alzaba repetidamente las cejas y sacudía la cabeza de un lado al otro- ¡Es terrible este pibe! No se queda quieto nunca y no presta atención. No sè como te las vas a arreglar con él -finalizó, alzándose de hombros-.
Yo miraba a la maestra atentamente para no perder detalle de sus movimientos de manos y de la expresión de su histérica cara. Cuando desvié la mirada para ver de quien se trataba, vi una bellísima carita llena de pecas de un rubio que se avergonzaba ante la mirada acusadora de la maestra y de la mirada curiosa de sus compañeros.
Recuerdo que me sentí tan dolida imaginando lo que sentía ese nene que tanto me hacía recordar a mi segundo hijo, con las mismas características físicas y de comportamiento, y con una maestra tan poco comprensiva como la que a èl le había tocado padecer.
Creo haber podido leer en su mirada un deseo de que la tierra se lo tragase en ese mismo momento. Me acerqué y tomándole la mano, que él intentó esconder, le dije:
_¿Es verdad lo que dice la seño? A ver….mirame. –alzó su hombro derecho y dejó rodar su mentón desde el centro de su pecho hacia su hombro, sin levantar la vista- Mmmmm…No. Es mentiras o… exageración -dije- no creo que un chico tan lindo y callado sea así ¿verdad?.
Sonrió y me miró. Sus ojos estaban llenos de lágrimas. Pregunté:
_¿Como te llamas?
Y sus compañeros al unísono gritaron:
_¡Jonatan!
_¡Ah! Sos famoso, todos te cocnocen. ¿a que sos Jony?, de quien tan bien me habla mi hija que me cuenta lo bueno que sos.
La maestra muda y con cara de sorpresa, y creo que hasta algo avergonzada, se diò la vuelta y se fuè.
Recuerdo que Jonatan se veìa con un aire de: “Vieron, aquì hay alguien que sabe quien soy y me valora”.
¡Como no voy a valorarlo! Lo vì tan indefenso . Me partiò el corazón al recordar que mi hija me habìa contado, llorando, su triste historia.
Cuando Jony tenìa dieciocho meses una enfermedad terminal se llevò a su mamà. Imaginen lo que debe ser para un nene no tener a su mamà. Pero bueno, tenìa a su papà hasta que cuando Jonatan tenìa cuatro años, un accidente automovilìstico terminò con la vida de su padre y de su abuelo paterno.
¡Nadie que no haya pasado por una situación similar puede imaginar el dolor que debìa haber en el pecho de Jony! Sumado a que, al no tener hermanos, quedò viviendo solo con su abuela, una señora de mas de sesenta años, delgada, canosa, con la expresión que tienen las personas que no duermen en toda la noche y que fuman todo el día, tanto que se podía ver en sus dedos el color de la nicotina. La abuela de Jonatan era el único familiar que tenía, porque cuando falleció su mamà sus familiares ya no lo visitaron mas. Jony tenía que soportar los gritos e insultos gratuitos de su amargada abuela y sus quejas continuas, las mismas quejas que hacen las personas que están enojadas con la vida.
Comencé a dictar la letra de la canción “Mas allà” de Gloria Stefan, una bonita canción de Navidad, con un mensaje de amor y comprensión. Jonatan se distraía continuamente y se perdìa en el dictado, entonces su compañera de banco que lo protegía como si fuera su hermana mayor, le hacìa un gesto con la lapicera para llamar su atención, y èl comenzaba a escribir con rapidez.
Cuando comenzamos con las señas, Jonatan se hacía el distraído, porque parece que le daba vergüenza, entonces yo, sin interrumpir la clase, me ponía a su lado le tomaba las manos y le indicaba la posición correcta. Pasaba largos minutos observándome sin siquiera hacer un ademán, pero en cuanto entraba la maestra comenzaba a hacer las señas tan bien como sus compañeros.
A la salida del colegio la maestra, luego de ver el comportamiento de Jony en mis clases, me preguntó entre curiosa y burlona:
_¿Como haces con Jonatan? ¿Lo atas a la silla?
Rápidamente mi sonrisa amable desapareció y también mi diplomacia. Se me engrosó la voz, típico en mí cuando me enojo y le dije, con el seño fruncido:
_Sos un animal.
Con cara de sorpresa me dijo:
_¿Como? ¿Qué decìs?
_Que sos un animal –reiteré y seguí a continuación.- ¿No conocès la historia de Jonatan? ¿Qué hacès con el tìtulo de maestra? ¿Ni siquiera leìste un libro o un capìtulo de psicologìa? ¡Por favor! ¡Cómo me hubiera gustado verte a vos en ese lugar cuando lo señalaste con el dedo acusándolo de inquieto y distraido! No puedo creer que mi hija haya estado nueve meses soportando a una persona tan desubicada como vos.
Por un momento me arrepentì de haber sido tan dura con la crìtica, pero estaba tan convencida de estar en lo cierto, que eso hizo que me mantenga firme en mi postura.
Pude ver en su rostro vergüenza con mezcla de arrepentimiento. Entonces me dijo:
_Lo que pasa es que estoy cansada, todos los dìas lo mismo….
Me diò pena ver la frustración que reflejaba su rostro. Dije entonces:
_Si usas la comprensión vas a ver como todo cambia, hasta el mas rebelde se vuelve manso.
Creo que eso moviò sus neuronas, porque a partir de allì, cada vez que nos veìamos me saludaba con respeto. Incluso mi hija me contaba que ellos habìan notado un cambio.
Llegò el ùltimo dìa de ensayos, debìamos practicar en el salòn de actos del colegio, sobre el escenario. Jony no querìa participar, no le dì importancia. Le pedì que me ayude con la mùsica, eso lo hacìa feliz, se sentìa ùtil.
La mùsica llamaba la atención de las maestras que andaban “por ahì” y se asomaban para espiarnos. De repente llegò la señorita de 4to año y le empezó a gritar a Jonatan porque èl no estaba en las tablas con sus compañeros, lo tomò del brazo y quiso obligarlo a subir al escenario. Me acerqué y amablemente y tono inocente le pregunto:
-¿Es obligación que actúe? ¿Les bajan la nota en alguna materia?
Me respondió que no.
_Entonces ¿por que obligarlo? –dije visiblemente enojada- ¿Por què nos aprovechamos de los niños para que hagan lo que nosotros queremos cuando en realidad no es necesario?.
Me dijo que ella creía que Jona me estaba faltando el respeto al no participar. Le agradecí la intervención por eso, pero que no era necesario porque Jonatan y yo nos llevábamos muy bien. Se retirò sin cuestionar nada.
Volvimos al salón. Jonatan se acercò a mì y ya con mas confianza en el trato, me pidió el cuaderno donde tenía escrita la letra de la canción, y me dijo:
_¿Te puedo escribir algo aquí?
Haciéndome la distraída para evitar que se cohibiera, le dije que sì a la vez que le acercaba el cuaderno. Luego de unos minutos me lo entregò miràndome a los ojos y atento a mi reacciòn. En èl estaba escrito lo siguiente:
“Mamà de Fiorella, sos la mejor seño del mundo. Con cariño Jonatan”
No pude ni quise disimular mi emociòn y con una sonrisa amplia, mezclada con làgrimas lo abracè muy fuerte y le dì las gracias. Le costò devolverme el abrazo. Se soltò y corriò hasta su banco, tomò la letra de la canciòn que habìa copiado a medias, y dijo:
_Ahora te toca a vos. Escribime algo.
Recuerdo que la dedicatoria fuè larga, llena de consejos y deseos. Se la entreguè en medio de la mirada atenta de sus compañeros. La leyò, me mirò con los ojos brillantes de humedad y dijo:
_La voy a guardar para siempre.
Manos como soles se alzaban ante mì pidiendo una dedicatoria en sus cuadernos.
Nunca me sentì tan feliz. La energìa de esos chicos llenos de amor, de ganas de compartir, de optimismo en abundancia me hicieron sentir que nunca son suficientes las palabras de afecto. Que debemos hablar con las personas para saber como son y por què actúan de tal o cual manera, dejando atrás las opiniones de otros.
Ojalà Jonatan Loss que en los años `90 vivìa en Mar del Plata, lea esto porque lo he escrito por y para èl, con el mismo cariño que èl me didicò aquel texto:
“Mamà de Fiorella, sos la mejor seño del mundo. Con cariño Jonatan”


Bajo el naranjo

Crucè la calle. Allì estabas, de piè junto al arbol de naranjas donde me besaste por primera vez. Recuerdo que era agosto, hacìa mucho frìo, nos habìamos encontrado “por casualidad” en casa de Enrique para resolver un pràctico de matemàticas, luego supe que èl y vos se habìan puesto de acuerdo, era “una trampita” que me hacìan para que al fìn vos y yo nos vieramos a solas por primera vez.
Recuerdo, tambièn, todo lo que me dijiste aquel dìa sobre el amor y la amistad, sobre la paz como un modo de vida y tus conceptos a cerca de la vida y la muerte en relaciòn con la religiòn.
Estaba tan absorta en tus palabras, tu mirada, los movimientos de tus manos que no advertì que Enrique nos habia dejado solos, y cuando me di cuenta me sentì incòmoda, pero ya estaba allì, atrapada en vos.
“La vida nos dà muchas oportunidades”, me dijiste aquel dìa, “nos mira con ojos de sol que arrulla a la luna mientras canta su amor infinito. Asì, como yo te miro a vos, sin darte cuenta”, estiraste tu mano y me acariciaste la cara, cerrè los ojos esperando tu beso, pero no sucediò. Sentìa toda tu energìa puesta en mì, en mi corazòn que latìa tan fuerte que se notaba atravès de mi blusa delgada, en mis ojos que estaban cerrados pero aùn asì, te veìan porque estabas como iluminado en mi mente que iba a mil con los pensamientos.
Sabìa que esto pasarìa, porque cuando caminaba por la vereda de tu casa sentìa que me mirabas y al darme vuelta tu mirada estaba en el piso, (jajaja), siempre igual y si me quedaba miràndote al alzar, tu cara que ocultaban esos rulos perfectos te ponias rojo de vergûenza. Me morìa porque me dijeras algo mas que “chau”, sabìa que te gustaba, todos lo sabìan y me lo decìan, pero vos…. Bueno, creo que fuè un gran esfuerzo mirarme a los ojos el dìa de tu cumpleaños ¿te acordàs? Fuè en casa de Micaela, tambièn era su cumple, y habìan decidido festejarlo juntos. Lleguè un poco tarde y al entrar corrì al saludo de mi amiga…. besos, abrazos y tirones de orejas entre carcajadas, y vos estabas allì… con carita de sol … y me arrullaste porque ya intuìas que era tu luna.
Quedè de piè frente a vos y se detuvo el reloj, se apagò la mùsica, y se fueron todos. Solo vos y yo en un interminable silencio. Y de repente! El reloj volviò a marchar, la mùsica siguiò sonando y todos volvieron a sus lugares. Desde ese momento no pude dejar de pensar en vos, y sabìa que vos no podìas dejar de pensar en mì. Mis manos se extendìan a tu paso, mi cuerpo se estremecìa al sentirte cerca, y mi boca se entreabrìa al saludarte con un beso en la mejilla.
Imaginaba mil maneras de decirte “te quiero”, de fingir un llanto repentino para que me abraces, de tocar tu pelo o tu espalda tan ancha y perfecta.
Nunca me sentì tan atraìda, ningùn otro chico me provocò el desear morder sus labios. ¡Que magia habìa en tus ojos de gigante bueno, de ser generoso con alma bella!
La hora llegò y con ella mi partida.
Me sentìa triste por dejarte aquella tarde, el pràctico de matemàticas sin resolver, la mesa intacta con el cafè, mis manos vacìas de las tuyas y mi boca preguntàndote ¿por què?
“¿Por què…?”, me dijiste, “porque te quiero, y no sè como decirlo”. Me asustè y salì corriendo llegando hasta el naranjo. ¿Qué hice? Debìa volver y decirtelo. Quedè de piè con la mano tapando mi boca abierta, no salìa de mi sorpresa, me habìas dicho “te quiero” y yo no respondì como lo habìa planeado ¡te respondì corriendo asustada!
Sentì tu presencia enorme, càlida. Al dar la vuelta tus ojos en los mìos y mas “te quiero” … caricias en mi cara… y mi boca mordiendo tus carnosos labios que tanto deseè en mis sueños!
El naranjo nos cobijò en silencio de la brisa fresca y la lluvia intensa… y allì, como hoy, vos y yo y nuestros besos….




El sueño que nunca pude cumplir

Esperè sentada en la plaza mas de dos horas.
El sol estaba quemàndome la piel del rostro, sentia el cansancio del viaje y el hambre comenzaba a ponerme incòmoda. Me daba ànimo a mi misma pensando que, quizas, hubiera tenido un imprevisto y por eso no habìa llegado a tiempo.
Observaba a las personas que pasaban a mi lado buscando su rostro, de tantas fotos que me habìa enviado con el pelo corto, con el pelo largo, con distinto color, varias prendas diferentes, según la ocaciòn, con sonrisa y sin ella. Querìa recordar todas y cada una de esas imàgenes, ya todas comenzaban a mezclarse y confundirse. Me preguntaba si vendrìa a buscarme o si solo habìa sido otra de sus mentiras. Esperè pacientemente una hora màs hasta que decidì meterme en un Cyber y revisar mi correo para ver si me habìa dejado algun mensaje.
Antes de entrar al local, me comprè un sándwich y una leche de soja que devorè en un instante. Al abrir mi correo electrònico encuentro un e`mail de ella, mi madre biològica. Tratè de mantener la calma pero el estòmago comenzaba a dolerme por la bronca que encerraba adentro.
“Hola, mi nombre es Caterina, soy hija de Teresa” ¡Me quedè helada! No sabìa que mi madre tenìa mas hijos (¿Cuántos?) y que encima tenìa la clave para entrar a su correo. “Ella me pidió que te escriba y que en su nombre te pida perdòn por haber llegado tarde” ¿Tarde? Si no llegò aùn, pienso. “Mi madre, bueno, nuestra madre muriò anoche luego de varias horas de agonìa por haber sufrido un accidente automovilistico. Estaba muy ilusionada con verte después de tantos años, y eso de llegar tarde lo dijo refirièndose al tiempo que perdiò lejos de vos. Se me hace muy difícil escribir hoy. Todavía estoy muy shokeada por lo sucedido, fuè todo muy ràpido e injusto, ella deseaba verte, abrazarte y contarte toda la verdad” ¿Qué verdad? Yo solo sè que ella me abandonò cuando yo estaba recièn nacida y que después de veinticuatro años me llegò un e`mail suyo pidiendo contactarse conmigo. Pocos correos, pocas palabras y muchas fotos de distintas èpocas de su vida y el pedido reiterado de encontrarnos para hablar y conocernos. Pero ahora… ya no importa! No tiene sentido seguir leyendo, seguir con esta historia.
Cerrè mi e`mail sin haber terminado de leer. Suspirè. Me puse de piè y me dirijì a la estaciòn de trenes, comprè mi pasaje de regreso y dejè en ese lugar el sueño mas grande de mi vida : conocer a mi madre.



 La Yanet
Parò la caminata para arreglarse la peluca. Se acomodò la blusa, se subiò un poco mas el pantalón y tratando de que no se note la imperfección del desnivel de los tacos altos, siguió su camino hasta “la parada”.
Allì estaba la Yanet( ¡va! asì se hacìa llamar Fátima que, como tenìa nombre de santa no le iba con el laburo que habìa elegido). Tenìa cuerpo de estrella de la pasarela, pero nunca quiso ser modelo porque la madre siempre le decìa que las modelos eran lindas, y ella tenìa la nariz media ganchuda.
Llegó hasta donde estaba la Yoly. Se saludaron como siempre, se comentaron lo del ùltimo cliente y ahì nomàs encendieron un cigarrillo, empezaron  a revolear la cartera y a caminar de un lado a otro meneando las caderas al cantito risueño de “si algo te debo con esto te pago”.
Las bocinas, los alaridos de los automovilistas, guiños de luces y los gritos “andà a laburar yegua” que le daban algunas que se las tiraban de puritanas-chupacirios y rezanderas, eran un clásico de cada noche hasta que por fin caìa el primer cliente.
Cada vez que paraba uno, la Yoly y la Yanet se acercaban para que el tipo elija y, antes de subir al auto, se guiñaban el ojo deseándose suerte, “es que una nunca sabe” solian decir. Hasta que esa noche pasò lo que siempre temían que sucediera.
La Yanet no volvió en toda la noche. El dorima empezó a llamar por telèfono a todas las compañeras de ella y todas le decìan lo mismo: que no la veìan desde la noche anterior, salvo la Yoly que estuvo con ella en la parada de siempre. La empezaron a buscar por todos lados, hasta los travestis se solidarizaron con el marido de la Yanet que lloraba como loco con el chiquito en brazos.
La policia hacia preguntas y mas preguntas, pero la Yoly lo ùnico que sabìa es que era un auto negro con dos puertas y que el hombre tenìa bigotes ¡que iba a saber que ese tipo le podìa hacer algo! Si las miraba con cara de ternero degollado.
Resulta que a los dos dìas apareciò el cuerpo de la pobrecita tirado en un descampado, el muy mal parido le pegò hasta cansarse y después la quiso prender fuego, pero parece que no pudo. El asunto es que la Yanet se muriò y dejò un chiquito, todo porque habìa que llevar el pan a la mesa como sea y como ella no sabìa hacer otra cosa, lo ùnico que le quedaba era eso: trabajar de puta.
Basado en un hecho real, ocurrido en Mar del Plata  en el año 2000




 No me extrañes, recordame


Trataba de olvidarme de lo vivido en estos quince años, pero no puedo borrar tantos años que para mí, fueron tan felices.
Desde que lo vi la primera vez en la kermes que organizaba anualmente la iglesia de mi pueblo, ya no pude dejar de pensar en Máximo. Lo que primero me impactó fue su mirada ¿por qué será que la mirada es lo que primero llama la atención? Eso también se lo pregunté a mi abuela y ella me dijo que los ojos son las ventanas del alma, que a través de ellos se ve al ser, no a la persona. Y adiviné que él era un ser bueno, sensible, honesto y que también era quien yo estaba esperando, ya había cumplido los treinta y seis y recién ese día había aparecido el amor de mi vida.
No me equivoqué, su bondad la demostraba a cada instante, su gran generosidad hacia que todos lo quisieran y admiraran. Era sensible al punto de dejar a un lado su día de descanso para ayudar en las reparaciones del comedor comunitario y cuando no llegaban las provisiones, allí estaba Máximo pidiendo para el almuerzo de los chicos en todos los almacenes del barrio. Era tan honesto que si un amigo no pagaba la cuenta del almacén, la pagaba él para que no anden hablando.
No tuvimos hijos, porque no vinieron. Había veces en los que nos desvelábamos pensando ¿por qué no hay un hijo para nosotros? ¡Si lo que nos sobraba era amor!
Y ahora, después de quince años plenos de amor, me deja y se va, sin previo aviso. Es que hay veces en que la muerte es así, no avisa cuando va venir, entonces te sorprende de tal manera que es como si te quedaras vacía, no podes pensar, se te terminan las lágrimas y solo quedan gemidos dolorosos de angustia. Te convertís en poco menos que un alma en pena, y cuando te pones de pié caes de rodillas nuevamente.
Anoche soñé que Máximo me extendía la mano para que me levante, al pararme junto a la cama nos abrazábamos muy, muy fuerte y me dijo suavecito al oído: “Mi amor por vos es eterno. No me extrañes, recordame.”
Me desperté tan feliz, porque nos dimos ese abrazo que yo sentía que nos debíamos.
Ahora, solo espero el reencuentro.





18/8/09
Te recuerdo en mi presente.


Hay ideas de amor que pasan por mi cabeza al pensarte solitario. Conozco de pasiones incumplidas que remuerden tu mirada distante.
Yo te harè feliz, pienso, y al mirarte te adivino en el instante en que la magia del amor se une y estalla.
Cuantas historias no vividas en el tiempo de tu juventud… te adivino al borde de la hoguera, sentado en la miseria de tu casa y en el silencio de tu vida. Si. Silencio, dije, porque la soledad es eso, silencio absoluto. Acaso, al mirarte al espejo te descubres sin habla, sin nadie mas que la hoguera que ni escucha, ni habla, ni nada, entonces te retuerces en la ira de verte despoblado de amables taciturnos que, como vos, se duermen en la tristeza de la inexistencia de amores correspondidos.
¡Ay! Que conmovedora escena la verte en el campo de batalla en que la vida te destaca como el guardian de la locura.
No es solo lo que pienso, es tambien lo que me trae el recuerdo de otras vidas que me dice del amor que nos tuvimos. Entonces me desato en tu locura y quedo presa de tus ojos y de tu esencia intentando ir una y otra vez al instante en que nos amamos en demencia.
Y te veo en la distancia, te abrazo en mi memoria al momento que me quiebro en llanto repentino por saberte mio en el recuerdo.




Morena, mi perrita.

Cierto dìa fuì a una carnicerìa cuyo local quedaba sobre una transitada avenida de mi ciudad de Mar del Plata y, escuchaba que por ratos, las personas que pasaban por allì corrìan a una perrita que se encontraba asustada, y que de manera simpàtica buscaba un nuevo dueño.
Me apenò verla tan petisa, lanuda, delgada e hiperactiva, corriendo de un lado a otro y detràs de todos los transeùntes que pasaban por allì, corriendo peligro de ser atropellada.
Al salir a la vereda me quedè observàndola como buscaba, en cada persona que pasaba, a un futuro amo. Me parè al lado de mi camioneta, abrì la puerta del lado del acompañante, me sonriò (como suelen sonreir los perritos), y le dije: “venì, que te voy a cambiar el destino”. Fue hermoso verla con que decisión subiò de un salto y se sentò super contenta en el lugar del acompañante, al subir yo me miraba sonrièndose con las orejitas hacia atrás y no paraba de mover la cola, se movìa tanto que hasta meneaba la cadera.
Estirè la mano… acariciè su cabeza… nos miramos por unos segundos y le dije: “voy a buscarte un lindo nombre, sos muy simpàtica y seguro que los chicos (mis hijos) se van a poner re contentos de tener una perrita como vos, el problema es Juanca, mi esposo, mmm… ya lo vamos a convencer!”
Era muy gracioso verla con que ímpetu ladraba a cada perro que veía atravès de la ventanilla, para luego dirigir su mirada a mì con la expresión:”¿lo hice bièn?”.
Cuando faltaban cuatro cuadras para llegar a mi casa la miro y le digo: “¡uh! Ahora ¿Qué va a decir Juanca cuando te vea?”, automáticamente se bajò del asiento y se metiò debajo de èste.
Al llegar a la casa todos le dieron la bienvenida, ella se los comprò enseguida con sus sonrisitas y el meneo de su cola con cadera incluìda.
A partir de ese dìa de febrero de 1997, Morena ha sido y es nuestra mimosa, a la que un dìa le prometì que le iba a cambiar el destino y lo cumplì!!!

Un recuerdo a mi Morenita que nos dejò un 13 de julio de 2010