jueves, 23 de julio de 2009

¡Pobre tonto!




¡Pobre tonto!
Anochece en el rostro de la gente que no sabe estar en comunión con los demás.
Su cuerpo se encorva y su mirada se torna opaca perdiendo el interés por ver las bellezas del Universo.
Se hunde en si mismo y aunque se mantiene en la espera de soltar una palabra que lo dignifique, se mete en sì. Es capaz de perder el tiempo en lugar de ganarlo para satisfacer las necesidades de los que lo aman. Se descubre aullando y mitigando la furia por temor a no ser aceptado.
La luna descubre el cauce de un río de lágrimas.
El sol parece ignorar el contratiempo.
La luna lo consuela en soledad y silencio.
El sol no ve la angustia y sufrimiento.
La luna sabe del dolor punzante.
El sol lo ve moverse en armonía.
La luna trata que duerma en su regazo.
El sol lo ve alegre e inquieto.
Y mientras èl cree que engaña, todos ríen por saberse ciertos.
Entonces cree , vanidoso, que èl es mas que otros.
¡Pobre ciervo que permite que se limen a sì mismos sus cuernos!.
Y en época de apareo cree que solo es èl quien merece un premio.
Duerme intranquilo y el día le muestra su desnudez completa, a la vista de todos se avergüenza, esconde su rostro, pero no puede esconder su cuerpo.
¡Pobre tonto que se engaña a si mismo!
La ignorancia le permite ese absurdo.
Blasfema y ríe, porque no sabe del próximo encuentro.

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