En el mágico jardín en que la arboleda
oye tácita el despertar de su armonía,
cual estrecha luz y algarabía
nos mece y adormece, alma mía.
Silente el sol me da reposo…
El viento sólo pasa silencioso…
La esquiva luz entre los árboles se asoma
y nos mira durmiendo, cadenciosa.
Calla y ve a darle un beso
a quien dice que te odia y,
miserable dice sentirse en paz,
contemplando los azules meses de los daños.
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